Publicado el: 21/11/2009 / Leido: 16898 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0
Autor: Lovasoa Rabary-Rakotondravony e Isabelle Motchane-Brun,
Fuente: L'Express de Madagascar
El Archivo Real de Madagascar, son un único testimonio vivo de la vida cotidiana en el siglo 19 y la reunión de dos culturas, como se ha visto por la gente de Madagascar a sí mismos. En julio de 2009, los archivos fueron inscritos en la UNESCO "Memory of the World".
Los registros de los jefes de aldea (sakaizambohitra), así como los cuadernos, los registros y la correspondencia de la envolvente que conforman el Archivo Real abre la puerta a un panorama de la vida cotidiana. El reino de Madagascar comenzó en 1810 y terminó en 1897, con la colonización francesa, cuando su nuevo Gobernador General, Joseph Gallieni, abolió la monarquía. Estos preciosos documentos cubren el periodo 1824 a 1897. Dan una cuenta importante de la historia naciente de una cultura oral, hasta ahora, que revela los secretos y las intrigas de la corte, así como las dificultades del gobierno central enviados a veces se encuentra en las tierras conquistadas.
Hasta la adhesión del Rey Radama I (1810-1828), Madagascar estaba dividida en una multitud de reinos. Radama I, del clan de Merina, fue reconocido por los británicos como el rey de Madagascar en 1817. Se continuó con la política de la unificación de la isla que su padre había iniciado en 1795, pero con una mayor apertura hacia el mundo desarrollado. Dio la bienvenida a los misioneros protestantes, que llegó a construir escuelas, adaptar el alfabeto latino a la lengua malgache y enseñar a la aristocracia a leer y escribir. Así es como, desde 1824, el primer archivo de Madagascar fue tomando forma.
Estos documentos son los más interesantes porque reflejan el punto de vista de Madagascar en un período que resultó ser crucial para el país, debido a su encuentro con Occidente, las culturas cristiana. Con la adopción del alfabeto romano, los cuentos de la vida cotidiana ya no se limitan a la lovan-tsofina (transmisión oral de las tradiciones y costumbres), sino que también por escrito. Y estos registros escritos no se hayan producido sólo por los misioneros extranjeros, soldados y exploradores, pero también por el pueblo malgache a sí mismos.