Los enigmas de los manuscritos del Mar Muerto

Publicado el: 06/05/2014 / Leido: 6357 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0

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Los enigmas de los manuscritos del Mar Muerto

Secretos revelados que pueden conmover el pensamiento religioso.

 
 
 

Gustavo Fernández/ Especial para UNO
gusfernandez21@yahoo.com.ar

Sesenta y nueve años después de que el primero de los Manuscritos del Mar Muerto hubiera sido descubierto en cavernas del desierto judío, y 22 años luego de que los mismos se hayan tornado ampliamente disponibles, las discusiones continúan en torno de las inscripciones en pieles de animales que los estudiosos convienen en aceptar como los registros más antiguos existentes de la herencia judeocristiana.

Los especialistas no concuerdan en cuestiones básicas como quiénes son los autores de los manuscritos –que están en hebreo, arameo y griego, algunos en fragmentos del tamaño de la uña de un pulgar y oscurecidos por demás para ser leídos– o cuándo fueron escritos; mucho menos, sobre su significado. Y el diálogo erudito muchas veces toma la forma de procesos judiciales y denuncias.

Asimismo, como desafiantes en este campo particularmente beligerante, dos estudiosos están provocando una controversia particular con una teoría nada convencional: Jesús no fue para nada original, fue anticipado por un mesías cuyas palabras están registradas en los manuscritos.

Trabajando independientemente, Michael O. Wise, un profesor cristiano del Northwestern College en St. Paul, Minnesota, e Israel Knohl, profesor judío de la Universidad Hebraica en Jerusalén, publicaron recientemente sendos libros afirmando que algunos de los textos de los manuscritos fueron escritos por un mesías sacrificado, como Jesús, que vivió cuanto menos 50 años antes del nacimiento de este.

Los dos disienten sin embargo en torno de algunos pormenores así como si ese fue el primer mesías; para Wise, autor de El primer Mesías: investigando al Salvador antes de Cristo (Editorial Harper, San Francisco, 1999) el mesías de los manuscritos pudo haber sido un hombre llamado Judá, quien tuvo una muerte violenta en el 72 A.C. Para Knohl, cuyo El Mesías antes de Jesús: el siervo salvador de los Rollos del Mar Muerto (publicado en octubre de 2000 por la imprenta de la Universidad de California) él probablemente era un esenio llamado Menahem que vivió una generación después y fue muerto por los romanos durante la revuelta popular que siguió a la muerte del rey Herodes en el 4 A.C.

“Tenemos en esos manuscritos la evidencia de un mesías que cuenta con esa combinación de sufrimiento y divinidad que es típica de Jesús” dice Knohl por teléfono desde su casa en Jerusalén. “Toda la perspectiva del Nuevo Testamento cambiaría radicalmente a causa de eso”.

De hecho y de la forma como Wise y Knohl lo dedujeron, la hipótesis de un mesías anterior contraría mucho la cultura del Nuevo Testamento. Por ejemplo, la convención –cuanto menos entre muchos estudiosos de la Biblia– de que Jesús adquirió sus atributos mesiánicos apenas después de su muerte, a medida que sus seguidores vieron en su crucifixión y resurrección la concreción de las profecías de las Escrituras. Según esta óptica, la descripción del Jesús de los Evangelios como el redentor divino y el “Hijo del Hombre” salvador es el resultado de una invención póstuma de seguidores que nunca lo conocieron.

Los estudiosos del Nuevo Testamento alegan que el Jesús histórico no podría hablar ese lenguaje porque él no existía en el judaísmo de aquella época, dice Knohl. “Yo estoy argumentando que es posible que Jesús haya pensado en esos términos”.

Al presente, la mayoría de los estudiosos están en vehemente desacuerdo. Algunos llegan hasta desmerecer los esfuerzos de Knohl y Wise como si tuviesen motivaciones religiosas: como esfuerzos de Knohl, un judío, de hacer del cristianismo algo más parecido al judaísmo, o de Wise, un cristiano, tratando de hacer del judaísmo algo más parecido al cristianismo.

Otros desmerecen la teoría como antigua, recordando que los esfuerzos de encontrar un mesías en esos manuscritos se remonta al descubrimiento de los mismos. Al comienzo de los años 50, André Dupont-Sommer, un especialista francés, trazó paralelos entre las figuras en los manuscritos, teoría citada como el “Maestro de Justicia” y Jesucristo. A pesar de que su interpretación ha sido posteriormente desacreditada, fue ampliamente difundida e influyó en comentarios de críticos como el americano Edmund Wilson quien, escribiendo para la revista New Yorker en 1955, dejó escuela a afirmar que “Qumrâm (el lugar donde los rollos fueron encontrados) más que Belén o Nazaret, tiene derecho a llamarse la cuna del cristianismo”. Hoy en día, la mayoría de los estudiosos sostienen que la evidencia de un mesías como Jesús en Qumrâm no existe.

“Lo que pasa aquí es lo que yo llamo la maldición de los manuscritos”, dice Lawrence Schiffman, profesor de hebreo y estudios judíos en la Universidad de Nueva York y autor de varios libros sobre los Manuscritos del Mar Muerto. “Ambos realizaron grandes aportes para este campo pero ahora perdieron el control y están en apuros. Esos libros serán repudiados”, añadió.

El hecho es que Wise y Knohl han propuesto diferentes figuras históricas como el primer mesías, hecho que, a ojos de los escépticos, prueba que la teoría no es correcta. “Bien; ahí está la pista de que no sabemos todavía cómo leer correctamente ese material”, dice Sidnie White Crawford, profesora de clásicos y estudios femeninos en la Universidad de Lincoln en Nebraska, quien ya estudió los manuscritos.

Los 870 manuscritos ya provocaron fascinación y controversia desde que fueron descubiertos cerca del Mar Muerto a finales de los años 40 y principios de los 50. Esos manuscritos, que contienen las copias más antiguas conocidas del Viejo Testamento, así como poemas e historias sobre gigantes, ángeles, horóscopos, calendarios y una lista de un tesoro sepultado, son generalmente atribuidos a los esenios, una facción disidente judía activa entre el 150 A.C y el 70 D.C.

A pesar de que prácticamente todos los manuscritos han sido traducidos y publicados, aún restan muchos análisis e interpretaciones. La mayoría de los especialistas concuerdan en que los mismos contienen pistas valiosas sobre la historia del judaísmo y los orígenes del cristianismo.

Knohl y Wise no concuerdan en que estos textos sean de autoría del mesías. En gran medida, Knohl se apoya en un único texto, que él llama el “Himno de la Autoglorificación”. Escrito en primera persona, el relator del himno alega haber sido “despreciado” y “relegado” por los hombres y haber padecido “un gran mal”. Al mismo tiempo, él se compara con los ángeles y ser el “querido del Rey” y “compañero de santos”. Para Knohl, estas palabras sugieren una combinación de sufrimiento y divinidad tradicionalmente atribuidas simplemente a Jesús.

Wise encontró evidencias semejantes de un mesías sufriente y salvador en otro conjunto de himnos, conocido como “Himnos de Acción de Gracias”. También escritos en primera persona, muchos autores afirman que esos himnos son de autoría del fundador del grupo que realizó los manuscritos, un hombre citado apenas como el “Maestro de Justicia”.

Determinar la identidad histórica de sus mesías probó ser más difícil. El nombre Menahem, por ejemplo, no aparece en ningún momento en los manuscritos. Sin embargo, Knohl argumenta que ese misterioso esenio a quien el historiador Josephus del siglo primero describe como un amigo del rey Herodes, era el candidato más probable a ser el mesías de Qumrâm. Wise propone el nombre de Judá basándose en las alusiones en los manuscritos a la “Casa de Judá”. Argumenta que en el contexto de los manuscritos esa frase del Libro de Isaías podría designar un partido político o una dinastía liderada por un hombre llamado Judá.

Ambos autores concuerdan en que las revueltas sociales en el último siglo antes de Cristo –que incluyó una guerra civil entre facciones judías en Palestina, la llegada de los romanos y la muerte de Herodes seguida por un levantamiento sangriento contra el dominio romano– habrían creado una atmósfera en la cual las ansias mesiánicas podrían florecer. Pero puestos a relacionar a los autores de los manuscritos con eventos históricos específicos, Knohl y Wise podrían inadvertidamente dar margen a críticas aún mayores.

Por ejemplo, cuando Hanan Eshel, un arqueólogo de la Universidad Bar Ilan, próxima a Tel-Aviv, conoció la teoría de Knohl, él y una colega, Magen Broshi, decidieron someterla a control científico. Ellos enviaron muestras del “Himno de la Autoglorificación” a un laboratorio para la realización de un “test” de fechado por carbono 14. Los resultados, que Eshel dice ser exactos en un 90% y aparecerán en una próxima edición de la revista hebrea Tarbiz, situaron el manuscrito entre el 168 y el 49 A.C, demasiado temprano para el escenario imaginado por Knohl, que destaca la amistad de Menahem con el rey Herodes.

“El himno no puede ser de la época de Herodes” –dice Eshel– “Herodes solo se convirtió en rey en el año 37 A.C. El concepto de Menahem no se sostiene”.

Tanto Knohl como Wise dicen estar menos preocupados con la identidad del primer mesías que con la idea –independientemente de quién haya sido– de que él dejó su marca en Qumrâm. Y aún así, profundizando sus afirmaciones, pasaron a ser atacados como responsables de una interpretación errónea de los textos y por ignorar pasajes que podrían contradecir sus tesis.

Según John J. Collins, profesor de Viejo Testamento en la Universidad de Yale, el Maestro de Justicia que Wise identifica como el mesías Judá, estaba él mismo esperando la llegada del Mesías. “El Maestro esperaba por lo menos dos mesías en el futuro. Él se preparaba más bien para ser el anunciador del cumplimiento de las profecías” –dice Collins– “Él se imaginaba a sí mismo como una persona perseguida injustamente que finalmente sería vengada, mas la cuestión de la identidad divina no está presente”.

Respecto de la lectura de las apreciaciones de Knohl y su “Himno de la Autoglorificación”, Collins dice: “Faltan grandes partes del himno. Eso es enigmático. Difícilmente dos personas cualesquiera que hayan escrito sobre él concuerden una con otra. ¿La figura que lo escribió era un mesías? Tal palabra no es usada, y era una palabra que estaba en circulación”.

Concluyendo, la teoría de los “primeros mesías” no conquistaría muchos fieles nuevos, y menos minar la actual interpretación del Nuevo Testamento. “Hay otras cosas que no sabemos. Apenas tenemos pequeños pedazos de un cuadro muy grande”, dice Schiffman, comparando el trabajo en torno de los manuscritos, como pretender deducir la historia de los Estados Unidos a partir de unas pocas ediciones de un periódico regional. “Lo restante es todo especulación”.

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