Publicado el: 14/02/2012 / Leido: 8882 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0
Autor: Manuel Rivera
Entre los documentos presidenciales del expresidente republicano Dwight David Eisenhower que se mantienen en los archivos de la Universidad de Johns Hopkins, aparece el que está con el número 572 con fecha de 1 de diciembre de 1953.
Este documento demuestra que el gobierno de Estados Unidos hasta ahora, en términos de preferencia de opciones de estatus, se ha limitado a referir a un órgano internacional como las Naciones Unidas un futuro cambio respecto al que rige en la actualidad.
En el documento aparece la misión que le ordeno el presidente Eisenhower a Henry Cabot Lodge, el entonces embajador de Estados Unidos en las Naciones Unidas, mientras compartían de una merienda en la Casa Blanca.
Lodge declaró en el pleno de la ONU que la voluntad del presidente era"que si en algún momento la Asamblea Legislativa de Puerto Rico adoptara una resolución a favor de una más completa autodeterminación o aun hasta una independencia absoluta, él (Eisenhower) inmediatamente después recomendaría al Congreso que dicha independencia se otorgara".
Nótese que el presidente Eisenhower seleccionó el voto de la Legislatura en vez de un plebiscito como mecanismo a obtener la independencia total. Tampoco requirió una mayoría contundente. Este mensaje ocasionó una estruendosa ronda de aplausos entre los diplomáticos concurrentes.
El secretario de Estado John Foster Dulles, un fanático defensor de la Doctrina Monroe, y quien inicialmente se oponía a que se pronunciase dicho mensaje ante el pleno de la ONU, le dirigió una carta al embajador Lodge felicitándolo por la forma elocuente en que presentó el mensaje del presidente. Los franceses eran sus aliados y todavía ocupaban colonias en el norte de África. Para el secretario de Estado era importante evitar a toda costa que los franceses pasaran por un mal rato bochornoso ante la opinión pública mundial.
Así es cómo concluye la obligación del gobierno de Estados Unidos bajo el Articulo 73e de la Carta de Naciones Unidas, el cual obligaba al gobierno norteamericano a informar sobre el progreso del pueblo de Puerto Rico en su lucha por adquirir su gobierno propio.
Hasta ahora la independencia ha sido el único mecanismo que el gobierno de Estados Unidos ha reconocido oficialmente ante un cuerpo legislativo internacional como el camino a la plena descolonización.
Pero la actitud de la metrópolis para mantener su dominio colonial sobre el pueblo de Puerto Rico continúa vigente, al rehusar asumir su responsabilidad sobre los principios de la Carta Magna de las Naciones Unidas donde se declara que todos los pueblos tienen el derecho a la autodeterminación e independencia.
Tal parece que el gobierno norteamericano le echa la culpa a los puertorriqueños de ser colonia y les reclama que somos nosotros los que tenemos que decidir primero y ponernos de acuerdo. Esa actitud del gobierno norteamericano ha sido el modus operandi de los políticos de Washington para perpetuar el estado colonial del país. Por eso vamos a tener que luchar mucho por la descolonización de Puerto Rico aun cuando el pueblo optase por la independencia algún día. Esto es así porque los norteamericanos buscan, como salida inmediata, perpetuar el estado colonial de los puertorriqueños para proteger sus intereses capitales en el país.
Quizás si algún día el pueblo opta por la independencia, o si se pudieran combinar sus efectos con los de la libre asociación, tal vez podríamos alcanzar un número de variantes respecto a la misma.
De esas variantes de libre asociación, el gobierno de Estados Unidos tiene funcionando tres, las de las Islas Marshalls, la de los Estados Federados de la Micronesia y la de Palau. El pacto de libre asociación con Estados Unidos les permite ser miembros de la ONU, controlar sus asuntos internos y externos, al igual que emitir sus propios pasaportes. En cada una de ellas, sin importar cuál sea la variante, la seguridad y defensa del país está delegada al gobierno de Estados Unidos.
La independencia es un derecho inalienable de todos los pueblos del mundo. Preguntémonos ahora cómo será para la estadidad. El derecho de admitir a un estado más le corresponde a la metrópolis y a los 535 miembros del Congreso para decidirlo.
La estadidad queda mal parada ante este panorama. Le reclaman requisitos inalcanzables previos a considerarse seriamente, y como los requisitos son inalcanzables, el Congreso nunca estará ante esa tarea.
Por eso es que la estadidad como opción le provee la excusa al gobierno de Estados Unidos para perpetuar el coloniaje en el país e interfiere con los trabajos de los que aspiramos a conquistar los poderes soberanos.