Procesos de cambio curricular en las Ciencias de la Información: Caso UACH

Publicado el: 19/10/2019 / Leido: 4975 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0

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Procesos de cambio curricular en Ciencias de la 

Información: caso UACH 

Javier Tarango 

Jesús Lau 

Resumen 

En el presente ensayo se analizan dos temáticas fundamentales dentro de las tendencias del cambio curricular: primero, la dificultad de aceptación al cambio por parte de los cuerpos docentes y segundo, los conceptos educativos que deben tomarse en cuenta para lograr dicha transformación académica. Ambas conceptualizaciones sirvieron de base para el proceso de rediseño curricular de la Licenciatura en Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), caso que se describe en forma sucinta. El documento está integrado por cinco apartados: procesos de cambio en la educación, concepciones de rediseño curricular, tendencias de tales procesos en ciencias de la información y el análisis del caso UACH, más las conclusiones. 

Procesos de cambio en educación 

La intención básica en este ensayo es la de ofrecer y dar a conocer diferentes puntos de vista respecto a las tendencias de los programas educativos en ciencias de la información en general, Y su contexto operacional dentro de las universidades públicas. Igualmente se tiene como propósito el resaltar un conjunto de concepciones, principalmente relacionadas con la problemática que se enfrenta en los cambios organizacionales de tipo educativo, cuando se trata de planear innovaciones, tales como el rediseño curricular, así como describir la experiencia del proceso de cambio del programa de licenciatura de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Chihuahua, que se concluyó en el verano del 2002. 

Las modificaciones que experimentan todas las organizaciones, en los tiempos actuales, son aceleradas, por lo tanto, el reto organizacional 

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dirigido al cambio es una condición de sobrevivencia. James O’Toole [1] describe que las organizaciones no deben experimentar simples transformaciones, más bien, opina que la tendencia hacia el cambio debe orientarse a la transformación radical y efectiva, en donde las personas que jueguen el papel de líderes, se comporten verdaderamente como individuos decididos a llegar al cambio. En consecuencia, se puede afirmar que los planes curriculares no deben estar ajenos al cambio sino permanecer al día de las demandas profesionales de la sociedad 

Los esfuerzos en la transformación de las organizaciones educativas, donde las estructuras organizacionales están basadas en el conocimiento, presentan mayores dificultades para tener una visión hacia el cambio, y más aún, para implementarlos y sustentarlos. Cuando las estructuras organizacionales son intangibles, integradas por otros elementos como planes de estudio, profesores con libertad de cátedra y pensamiento, con ciclos de trabajo repetitivos (no necesariamente continuos), como sucede con los calendarios escolares, los procesos de cambio son más difíciles. Según Mitroff y Denton [2], los esfuerzos por iniciar un trabajo de cambio con las condiciones anteriormente descritas, requieren continuidad, ya que los participantes en esta clase de transformación educativa, no necesariamente están dispuestos a experimentar modificaciones dentro de procesos que han desarrollado de manera similar durante un gran número de años. 

El reto de cualquier cambio es realmente el de experimentar una nueva actitud en los individuos, incluyéndose aquí, su percepción y aceptación de los proyectos a implantar. Beckhard y Harris [3] consideran como verdadera la transformación de las organizaciones cuando los participantes del proceso, directos e indirectos, sintieron que ganaron con el esfuerzo, ya que una visión de la cultura del cambio se da cuando se acepta la necesidad de transformación y además, se considera que el resultado ha sido el esperado para cubrir las expectativas de sus participantes. 

Simsek y Louis [4] ofrecen puntos de vista más concretos sobre la aceptación al cambio dentro de los procesos desarrollados en universidades públicas, recomendando experimentarlos en varias 

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etapas, entre las que se incluya, la confrontación de anomalías del proyecto a rediseñar (indicando qué aspectos de la situación actual están funcionando indebidamente), de tal forma, que como segunda etapa se provoque una crisis en el grupo de profesores participantes y se reconozca la dimensión de la situación; recomendando que una vez provocada la crisis, deberá ser inmediatamente controlada a través de la opción de nuevas alternativas de acción, ya que las consecuencias pueden ser drásticas. 

Arnold [5], Wender & Rabinowe [6] agregan además, que si la situación que se está manejando, sucede en universidades públicas, con la presencia de sindicatos, es necesario analizar previamente el contexto político, de tal manera que se pueda deducir qué aspectos favorables a los profesores pudieran existir si se experimenta un cambio, para no afectar los derechos laborales y sindicales de los ejecutores del nuevo proyecto. En otras palabras, no se debe olvidar la presencia natural de aspectos políticos en los ambientes de escuelas y universidades públicas del contexto mexicano. 

En apoyo a las opiniones previamente presentadas, Gabriel [7] desarrolló algunos estudios acerca de la conducta humana en relación con sus experiencias dentro de las organizaciones y la forma de cómo se involucra a la gente, en donde pudo observar que a mayor número de años de una persona dentro de una organización, más grandes son sus indicios de mostrar mecanismos de poder y de control, así como una mala concepción de la cultura y el liderazgo. Ajzen [8] agrega al respecto que “... el problema del rechazo al cambio se debe a que los individuos demuestran una bipolaridad entre la evaluación de su realidad contra el aparente afecto que tienen a las organizaciones o sistemas...” (p.3) y obviamente es más fuerte la emoción que la actitud hacia el cambio en la evolución de los procesos. 

Cabe señalar, que independientemente de la disciplina en la cual se quiera experimentar un cambio curricular, es necesario primero considerar sus implicaciones, así como la posibilidad de incluir un cambio no solo curricular, sino de toda la institución, en su parte más fundamental, como es el conocimiento. Esta observación es importante, ya que las estructuras organizacionales de instituciones educativas son más complejas que otras del sector productivo, como 

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son las de negocios, por lo que se requiere de una aceptación de los cambios por los distintos grupos de individuos, DE los cuales, algunos pertenecen a la institución, como es el caso de los profesores y administradores, y otros no, como sucede con los aspirantes a estudiar o bien con las instituciones que conforman el mercado laboral [9]. En el 1 y 2 se resumen los retos a enfrentar en un cambio curricular basado en las opiniones de los diferentes autores citados a lo largo del documento. 

Concepciones del cambio curricular 

Si bien los párrafos anteriores cubren en forma general los aspectos a considerar para proponer un cambio organizacional, es necesario comprender la diferencia entre procesos de cambio en instituciones en general y los que se efectúan en el ámbito educativo. Un proceso vital en el campo académico es el cambio curricular, por lo tanto es importante entender conceptualmente los referentes del curriculum. Aclarando, que el cambio de una organización educativa, es distinto si se aborda desde la perspectiva académica, o desde la administrativa. Si se considera la segunda, el proceso es similar a cualquier organización, en cambio en el académico tiene mayores implicaciones respecto a la forma de proceder, ya que no se está hablando de una estructura rígida, sino más bien de un sistema de interacciones complejas. 

La definición de los referentes del currículum no consiste solamente en conceptuar materias propias del programa educativo, sino también, según Rodríguez [10] en desarrollar un cuerpo de conocimientos a transmitir, definir el producto educativo que se espera como resultado, así como los procesos de medición desde el ingreso hasta el egreso, considerando éstos como un proceso en etapas evolutivas que generen la posibilidad de ofertar a la sociedad, una individuo integral que cubra las expectativas de los mercados laborales reales y los de desarrollo como persona. 

Resulta complicado definir con precisión lo que se entiende por currículum, ya que este término implica muchas acepciones, que van más allá de su origen etimológico como una definición de “carrera”. 

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Si se analiza el término como un sistema, a lo largo de la educación de cualquier país, se ha llegado a la conclusión que existen algunas perspectivas, pero que ninguna de ellas se puede excluir, por ejemplo, las definidas por Rodríguez [11] van desde lo más simple, que es entenderlo como un plan de estudios, hasta considerarlo como un sinónimo de disciplina (referido al cuerpo de conocimientos a trasmitir), como producto (definir previamente los resultados esperados) o como proceso (en donde existe una entrada y una salida, midiendo la evolución del producto). El currículum es, de acuerdo a este autor, un verdadero, sinónimo de educación, implicando, aparte de todos los elementos antes mencionados, la posibilidad de generar un individuo holístico. 

Díaz Barriga [12] junto con otros estudiosos del diseño curricular, discuten sobre la necesidad de nuestro país en llegar a una sistematización y una especificación de las metodologías para integrar la planeación curricular. Por tanto, proponen que como proceso de planeación debe comprenderse, desde el diagnóstico, la programación y la toma de decisiones, hasta la implantación de los planes, programas y proyectos. Con esto señalan, que la mayoría de las planeaciones curriculares se centran en los procesos internos (considerando aquí: especificación de contenidos, métodos de enseñanza, objetivos, evaluación, etc.), pero que además, debieran presentarse primero, procesos que incluyan: el análisis y características del contexto, del futuro educando y del futuro egresado, así como las necesidades de todos los elementos antes mencionados. 

Las propuestas de Díaz Barriga, presentadas anteriormente, son relevantes al grado de que son ratificadas y ampliadas por Castellanos [13], quien metodológicamente, propone elementos específicos dentro del diseño y rediseño curricular, los cuales no se deben olvidar, ya que dependiendo de ellos, será la condición que guarde el trabajo que se esté gestionando en cuestiones de desarrollo educativo. Por ejemplo, este autor considera importante, primero analizar la génesis y evolución del plan de estudios, desarrollar un análisis comparativo con otros planes de estudio regionales y nacionales (además del contexto internacional que no se incluye en la 

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fuente aquí citada) y revisar el campo profesional, entre otras cosas, para de ahí derivar, evaluar de los contenidos, los recursos disponibles y las políticas institucionales para su implantación. 

Tendencias curriculares en ciencias de la información 

Hasta aquí, se han analizado, tanto las perspectivas en la dificultad de enfrentar cambios por parte de los profesores universitarios, así como los elementos que deberán considerarse para estructurar proyectos educativos, que cubran las expectativas, tanto de los actores internos (estudiantes, profesores, etc.), como de los externos (mercado laboral, aspirantes, etc.). También es importante la visión que tienen otras instancias sobre lo que debería de ser un programa de licenciatura en ciencias de la información de acuerdo a las principales organizaciones mundiales, relacionadas con este campo de estudio, tales como las de la Association for Library and Information Science Education (ALISE) [14], la American Library Association (ALA) [15] y la World List of Departments and Schools of Information Studies, Information Management and Information Systems [16], las cuales han publicado documentos de reconocidos estudiosos del campo profesional de las ciencias de la información. 

Una fuerte tendencia es imaginar que los egresados de los programas educativos en general, y de ciencias de la información en particular, deberían estar preparados para el cambio como parte de sus competencias laborales, ya que según las tendencias mundiales, sustentadas por Asch [17], Hart [18] y Tenopir [19], los cambios en el conocimiento son tan radicales, tanto en cantidad, forma y vigencia, que no podemos imaginarnos al profesional de la información, sin haber adquirido esa habilidad durante su proceso de formación profesional. 

Antes de considerar algunos puntos de vista respecto a la panorámica que se visualiza en la perspectiva curricular, especialmente de la disciplina que a este trabajo corresponde, es importante definir, lo que para efectos de este trabajo se entiende como ciencias de la información, ésto dado que durante el desarrollo del presente documento se utilizan diversidad de nombres sin diferencias 

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curriculares sustanciales, y tanto en la literatura revisada, como en la mayoría de programas educativos que se ofertan en las distintas latitudes, todos ellos como los más comunes y frecuentes. 

Una definición precisa, que engloba todas las características generales de la función de la información, es la que describe Kreizman [20] quien describe a las ciencias de la información como un conjunto de metodologías que permiten trabajar la información en todas sus maneras, formatos e intenciones, desde la decisión para elegirla, administrarla y divulgarla, hasta su evaluación y métrica, para de esta forma tener elementos que permitan llegar a la alternativa de conservación, descarte o renovación. Así también, agrega esta autora, la necesidad de que los procesos antes mencionados se desarrollen en cualquier contexto, tanto en ámbitos bibliotecarios tradicionales, centros de información específicos o en el desempeño de la labor de los individuos dentro de diversas organizaciones. En esta ponencia, ciencias de la información se toma con una connotación genérica, que incluye, además, la bibliotecología, biblioteconomía, documentación o la conjunción de más de una disciplina bajo términos genéricos, como bibliotecología y ciencias de la información. 

Entonces, es ahora importante decir que los programas en ciencias de la información, durante mucho tiempo, han estado preocupados por el desarrollo de diversas naturalezas o tendencias, principalmente en aquellos ubicados dentro del hemisferio occidental, así como de las implicaciones que esos cambios tienen en la educación de bibliotecarios y profesionales de la información. Consecuentemente, tal como lo opina Blake [21], se puede deducir que la tendencia generalizada es hacia el multiculturalismo, donde debe de haber esfuerzos significativos por ofertar cursos sobre servicios y materiales precisos, para regiones específicas y sus necesidades, independientemente de centrarse únicamente en el fundamento que la disciplina requiere. En concordancia con lo anterior, existe una fuerte atracción por planear y organizar mosaicos multiculturales, cuya implicación para los programas educativos en general, y en particular en los de ciencias de la información, deben conjuntar los esfuerzos, tanto con profesionales del área en el campo de trabajo, así como con científicos educadores de las ciencias de la información, de tal manera 

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que se pueda considerar la medición de las implicaciones en esos cambios sociales, tanto para los clientes, la operación, los servicios y la administración de los centros de información o bibliotecas. Estas discusiones deben sugerir el fundamento de los cambios curriculares viables a mejorar a los profesionales que sirvan a la dinámica de los nuevos tiempos. 

A fin de disminuir la diversidad de necesidades, algunos estudiosos [22] han considerado importante separar en regiones a un país para poder definir necesidades particulares, una vez logrado eso, es importante dividir por cada tipo de perspectiva de trabajo, por ejemplo, el educativo o académico, el empresarial, el industrial, el de servicios, etc. y posteriormente hacer una subdivisión por el tipo de información o centro de información en el cual sería pertinente considerar la inserción de un profesional en el campo específico de trabajo, por ejemplo: bibliotecas escolares, bibliotecas públicas, bibliotecas académicas o bibliotecas especializadas, centros de información corporativos, entre otras áreas de trabajo profesional. 

La intención original de estas reflexiones es resaltar que el proceso de cambio de los planes de estudio de las instituciones que oferten programas en ciencias de la información debe ser integral. Dichas instituciones deben evaluar, de forma completa, cada una de las percepciones que presenten los clientes potenciales (entendiéndose por cliente como los candidatos a registrarse en los programas educativos y las organizaciones que contraten a los egresados) y en la medida en que se incluyan consideraciones regionales particulares, es probable, que esos programas educativos, cumplan con las expectativas de todos sus actores. 

Por ejemplo, algo que frecuentemente se olvida considerar a la hora de rediseñar un currículo es que los estudiantes de hoy en día, generalmente son de tiempo parcial, como es el caso de Chihuahua, ya que según estudios locales [23] en la mayoría de los programas educativos, hasta 60% de sus estudiantes combinan las actividades académicas con las laborales, lo cual, además de incrementar los índices de deserción, ponen en consideración si la estructura curricular actual, sea aquella que se adapte puramente al entorno del mercado laboral o social, o también, en que medida sea necesario 

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visualizar hacia el interior estas situaciones, para así definir su estructura curricular de distinta forma. 

Un tema emergente, en cada una de estas reflexiones, debe ser lo referente a los procesos de reclutamiento de estudiantes. En la opinión de algunos profesionales del área, como Arzu [24], Campbell [25], Woodsworth [26] y Lester [27]); es que las escuelas de ciencias de la información, en su mayoría, no han demostrado un efectivo trabajo en la búsqueda de individuos estereotípicos genéricos, ni tampoco se han desarrollado procedimientos de reclutamiento agresivos, sino por el contrario, a opinión de estos autores, se han olvidado esos factores y hoy en día, los programas necesitan individuos con mayor variedad de características personales, sin tipificar a los que estudian esta clase de programas, como aquellos con profundo gusto cultural olvidando otra serie de rasgos igualmente importantes para el desarrollo de la disciplina. 

También, otra tendencia en los cambios curriculares, y que representa un problema significativo, es que aunque los programas de estudio evolucionen y nuevas generaciones se integren a ellos, los cuerpos docentes siguen siendo los mismos. Según Futas y Zipowitz [28] a nivel mundial existe el problema de que la mayoría de los profesores, estarán retirándose de los trabajos en los próximos cinco años, y que generalmente, no tienen terminados estudios en grado de maestría y doctorado en la disciplina específica del área, teniendo esto como implicación, primero la dificultad de cambiar los planes de estudio a las nuevas exigencias y posteriormente, la inminente inserción de nuevos talentos, que masivamente tomarían el mayor rol en la transformación específicamente de los programas de ciencias de la información. Quizá en México, el retiro de profesores no sea una problemática generalizable, pero se asume, que en lo que corresponde a grados académicos en el área, el número de profesores es aún limitado. 

Otra consideración a analizar es la diferenciación entre los sistemas educativos públicos y los privados. En este trabajo el enfoque es hacia los primeros, por tal razón se considera necesario incluir la perspectiva de Fernández [29] quien describe, de manera directa, algunas condiciones y desventajas que puede ofrecer la educación 

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pública, al ser un medio educativo abierto a la diversidad. Especialmente, resalta, algunos aspectos que se deben tomar en cuenta, como la presencia de estudiantes de tan distintas características (sociales, económicas, y culturales), que son las prevalecientes en la sociedad actual y que tienden a manifestarse en mayor grado dentro de la educación que oferta el Estado: alta deserción en las instituciones de educación superior, diferencias económicas y culturales radicales entre los diversos sectores que aspiran a la educación pública, baja o moderada habilidad para la lectura por parte de los aspirantes a programas universitarios, búsqueda de múltiples formas de enseñanza que han demostrado escasa evolución en los índices de capacidad de logro, la diferencia significativa entre los estudiantes de las zonas urbanas y las zonas rurales o semiurbanas, entre otros. Una reflexión a considerar es si reforman los programas educativos urbanos, únicamente para este tipo de población o bien, si es necesario mantener la opción a la diversidad y lograr sus ventajas y desventajas. 

Arzu [30], por su parte, considera que la tendencia de cambio curricular, especialmente en ciencias de la información debe estar enfocado a aspectos, tales como, el desarrollo de la capacidad para el reconocimiento del poder e influencia del conocimiento para administrar, almacenar y diseminar información, desarrollar un enfoque hacia la técnica, y a la par o después, hacia todas las áreas del conocimiento, de tal forma que los planes de estudio sean capaces de valorar el esfuerzo humano a formar individuos de todas las culturas y géneros, que a cubrir las expectativas de la sociedad, para así lograr un mayor reconocimiento de esta profesión en todos los sectores sociales en los que se pueda colocar un profesional de esta área. 

La perspectiva anterior es por demás importante, sin embargo, no se niega que es una tendencia que puede ser ajena a nuestra realidad particular, pero igualmente generalizable. Es importante entonces, incluir también perspectivas locales que demuestren la intención de la formación educativa hacia las profesiones en general, y en particular, a la disciplina de las ciencias de la información, para lo cual son relevantes, desde una visión macrosocial, las políticas educativas que se reflejan en el Programa Nacional de Educación, 2000-2006 [31], en 

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donde se considera que la educación en los futuros años deberá: desarrollar estrategias para aumentar la eficiencia terminal, involucrar a los estudiantes en la adopción de valores y actitudes, implantar planes de estudio que diferencien disciplinas, generar programas de actualización de profesores, permitir la movilidad de estudiantes, incorporar salidas laterales, enfocar los programas hacia la llamada sociedad del conocimiento y formar individuos en la tecnología de la información, entre otras aspectos importantes. 

Las perspectivas que maneja el Programa Nacional de Educación, 2000-2006, muestran una tendencia clara sobre los criterios a los cuales se tienen que alinear los rediseños de programas educativos. Primordialmente cabe resaltar la importancia marcada hacia el uso de la información, la tecnología y el aumento a la perspectiva regional de los modelos educacionales vigentes, considerándose pertinentes dichos criterios en relación con el análisis que este trabajo presenta. En este sentido, es importante incluir que desde hace diez años, Lau y Castro [32] describen la necesidad de formar profesionistas en torno a los insumos informativos, el crecimiento desbordante de este sector y la importancia de formar administradores de recursos informacionales vinculados con sectores más genéricos, tales como los de corte empresarial, así como los tradicionales de tipo bibliotecario. 

Un aspecto resaltado por Arzu [33], académica profesional de las ciencias de la información, respecto a la condición que deben guardar las nuevas generaciones de profesionales en esta disciplina, dice, citando al pie de la letra, lo siguiente: “Los planes de estudio de las ciencias de la información están llegando a términos de cambio y al reconocimiento de la evolución que emerge de bibliotecarios y administradores de información. Las bibliotecas no son organizaciones estáticas compiladoras de libros, son entes activos y vivos, casi orgánicos. Es la que comparte, cuyo estilo y función está yendo a una completa metamorfosis. Es un imperativo que los diseñadores curriculares de las ciencias de la información rehagan lo que los bibliotecarios están haciendo actualmente en su lugar de trabajo y entonces redefinan las habilidades necesarias para mover y preservar la profesión. Los creadores del currículum tienen que admitir que el lugar de las bibliotecas ha cambiado. Se necesita un 

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currículum que egrese profesionales que crean que ellos son mas que custodios de libros”. 

Un caso práctico: Chihuahua (UACH) 

La revisión de la literatura anterior fue realizada como paso previo, para iniciar el proceso de redefinición del programa curricular de la licenciatura de Ciencias de la Información, de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH); trabajo que permitió aplicar los conceptos analizados a lo largo de este documento (Véase 1 y 2). En esta sección se hace un análisis del proceso en mención, mas que al resultado curricular, el cual se publicará por separado, por estar fuera de los objetivos de esta ponencia. 

La UACH es una institución de carácter público, con una población estudiantil sui generis, representativa de los diferentes estratos sociales de la capital del estado. La licenciatura en mención tiene 12 años de creada y cuenta con un cuerpo docente, donde prevalecen, los fundadores del programa con edades promedio de 50 años. Su programa contaba con un currículo vagamente definido, una cobertura que presentaba traslapes con otras licenciaturas de la propia universidad, como ciencias de la comunicación y filosofía y tenía obsolescencia en sus contenidos porque no se había actualizado desde su creación. En el pasado, los diferentes actores de dicho programa habían identificado la justificación de iniciar un proceso de rediseño y la necesidad de la participación de todos los profesores de la carrera, Sin embargo, los cambios no se dieron a pesar de los intentos realizados hasta el año 2000, cuando hubo una conjunción de variables organizacionales que favorecieron la iniciación del rediseño curricular. 

Tomando en cuenta los conceptos vertidos en las dos primeras secciones de este documento, la revisión curricular enfrentó resistencias normales por parte de los diferentes actores, porque se buscaba un cambio sustancial, que consistía realmente en enfocar el programa a ciencias de la información, ya que su carga mayor de materias estaba, como se señaló, en ciencias de la comunicación. La primera decisión fue abordar la problemática a través de una 

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investigación que incluyera, principalmente, la perspectiva de otras universidades, aspirantes, estudiantes, egresados, maestros, expertos y fuentes bibliográficas, cuyo resultado conllevara al desarrollo de una propuesta curricular, inicial que sirviera de base para las discusiones con los profesores, ya que ellos iban a tener los mayores retos para cambiar sus materias y capacitarse en los nuevos enfoques que se identificaran como relevantes. Dicho estudio fue realizado y sirvió como el detonador para tomar la decisión de rediseñar el currículo de la carrera en mención, ya que objetivamente se comprobaba la necesidad de actualizar [34] el multicitado programa (Véase Cuadro 1 y 2). 

Cuadro 1 

Proceso de cambio curricular UACH: generalidades 

Factores generales considerados 

Acciones UACH 

 

1. El cambio debe ser una constante en las organizaciones para adecuarse a su entorno 

La licenciatura en Ciencias de la Información había un rezago en la revisión curricular de 12 años. 

 

2. La dificultad para aceptar el cambio es un proceso común en todas las organizaciones. 

Como estrategia se estudiaron los problemas de aceptación de cambio en otras escuelas y facultades de la misma UACH, para identificar de antemano los retos de la licenciatura en mención. 

 

3. La efectividad de un cambio depende de que este sea sustancial. 

Se informó a los profesores, que si se deseaba experimentar un cambio sustancial, el plan de estudios debería tener una transformación, en al menos el 50% de su estructura original. 

 

4. Las universidades ofrecen mayores dificultades de cambio porque sus estructuras están basadas en el conocimiento. 

El cambio UACH enfrentó las resistencias y complejidades de procesos político-administrativos típicos de una universidad pública mexicana. 

 

5. La transformación tiene éxito cuando se tienen el cambio de actitud de los participantes. 

Se trabajó sobre el cambio de actitud de los profesores en razón de su seguridad en el trabajo, capacitación y respeto a elegir las nuevas materias que fueran de su interés y competencia. 

 

6. La confrontación de la realidad con el futuro deseado permite conocer las ventajas del cambio con menor resistencia. 

EL cambio se sustentó en una investigación que mostró las diferencias entre lo que se ofrecía y lo que idealmente se debería de ofrecer. 

 

7. El contexto político en las universidades públicas debe tomarse en cuenta para tener éxito en la propuesta de transformación. 

El proceso de cambio se hizo respetando la reglamentación de la institución, como la esquemas de trabajo de las academias, consejos, etc. 

 

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Una vez obtenidos los resultados de la investigación antes mencionada y desarrollada la primera propuesta, fue necesario trabajar a través de consensos, la cual implicó trabajo individual, grupal y colectivo con los docentes; para que participaran activamente y tener su retroalimentación sobre cualquier cambio que se adoptara. La edad y la antigüedad de los docentes en el programa, les daba a los profesores un conocimiento completo del pasado, que generó diversos y largos cuestionamientos sobre el proceso y su posible resultado. Los alumnos en general aceptaron con facilidad la posibilidad del rediseño curricular, quizá por que ellos percibían beneficios inmediatos al contar con un perfil más claro y acorde, sobre todo, al nombre de la carrera (Véase Cuadro 1 y 2). 

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Cuadro 2 

Proceso de cambio curricular UACH: factores académicos 

Factores específicos considerados 

Acciones UACH 

 

1. Los profesores para aceptar un cambio necesitan conocer que ganarán algo a favor. 

La UACH consideró que, entre los beneficios que el profesor podría tener con el cambio eran: mejor actitud de los alumnos, posibilidad de nuevos tiempos completos, recibir mayor capacitación, una imagen docente más positiva al tener la licenciatura una identidad acorde al nombre y contenido curricular, etc. 

 

2. El contexto político en las universidades públicas debe tomarse en cuenta para tener éxito en la propuesta de transformación. 

El proceso de cambio se hizo respetando la reglamentación de la institución, como la esquemas de trabajo de las academias, consejos, etc. 

 

3. La edad y la antigüedad de los docentes pueden generar bipolaridad entre la realidad y el cambio esperado. 

Se trabajó de forma individual con profesores de mayor antigüedad a fin de explicar la estructura propuesta y la forma como impactaría su estatus de maestro. 

 

4. Cualquier cambio debe tomar en cuenta el contexto presente y el futuro del egresado. 

Se analizó la estructura del mercado laboral actual y la forma como se visualiza el mercado laboral futuro de la región. 

 

5. Los egresados deben ser idealmente preparados para el cambio durante su proceso de formación. 

El modelo pedagógico que está adoptando la Universidad está orientado hacia el aprendizaje, lo cual los prepara para el cambio. 

 

6. El diseño de un currículo tiene la opción de ser relevante localmente o a necesidades regionales o nacionales. 

Se consideró como una propuesta curricular estatal, la cual potencialmente es relevante al Noroeste de México, donde existen condiciones socio-económicas semejantes. 

 

7. Los programas de ciencias de la información tienen necesidad de tener estudiantes estereotípicos de todo tipo, para enriquecer la profesión. 

Dentro de los exámenes de selección, se ha buscado el ingreso de alumnos interesados, tanto en el campo bibliotecario tradicional, como en otros sectores de la economía. 

 

8. Los programas de ciencias de la información deben reflejar en su contenido las políticas educativas adoptadas por el Programa Nacional de Educación. 

El rediseño curricular se realizó tomando en cuenta este marco de políticas nacionales 

 

9. Los programas en mención deben responder a lo que requieren y hacen actualmente los profesionales de la información 

El programa contiene curricularmente una propuesta bipolar (formar para la administración bibliotecológica como para la gestión de recursos informativos en general), previa consulta a profesionales en ejercicio del Estado. 

 

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Bajo los principios anteriores, además de conceptos y asesoría de expertos de la materia, se realizó, repitiendo, un proceso plural y participativo, en el cual dieron su retroalimentación los estudiantes, los empleadores, líderes del campo de la información a través de la investigación mencionada. Véase 1 y 2, donde se resumen los principios seguidos en el proceso en mención. En cuanto a la participación de los profesores, considerados como los principales actores del proceso del cambio curricular esperado, se realizaron, en forma breve, las siguientes acciones a lo largo de más de un año de trabajo: 

1. Reuniones con los profesores del programa en ciencias de la información de la Universidad Autónoma de Chihuahua para presentarles los resultados de la investigación. 

2. Presentación de una primera propuesta de cambio curricular (comprendió un mapa curricular y un perfil de egreso), tomando como referencia los resultados antes obtenidos. Aquí se incluyeron las materias propias de la disciplina cuyas frecuencias fueran las más representativas (30 materias) y se dejaron espacios para definir materias complementarias al perfil del egresado (15 asignaturas), sumando como total 45 materias o espacios para ellas. 

3. Ofrecimiento de mayor información sobre cada materia potencial propia de la disciplina, solicitando dieran sus opiniones sobre los enfoques que se le daría a la carrera y proponiendo asignaturas para completar los espacios del mapa curricular. 

4. Integración de una lista de materias adicionales, mismas que se agruparon por líneas de conocimiento, para luego elegir aquellas más viables al tipo de producto educativo que se pretendía formar. 

5. Una vez completada la lista de líneas y materias adicionales se desarrolla una última propuesta curricular, la cual fue aceptada por unanimidad en una reunión final, facilitada por un experto de la disciplina. 

6. Los pasos finales, que tomaron los tiempos y los procesos normales de una institución educativa, fueron presentar la 

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propuesta al Consejo Académico de la facultad y posteriormente al Consejo Universitario, para su valoración y aprobación, resultados que fueron favorables. 

Como resultado, actualmente, la Universidad Autónoma de Chihuahua, ofrece un programa de licenciatura en ciencias de la información, con un enfoque definido, con la aceptación de sus profesores, capaz de ofertar, en cuatro años más, profesionales en el área para Chihuahua y potencialmente para el Noroeste de México. 

Conclusiones 

La literatura sobre el cambio organizacional y el diseño curricular auxilió conceptualmente la realización del proceso UACH. Los factores más relevantes que se comprobaron fueron la importancia de la retroalimentación y consenso de los profesores, así como la inclusión de las opiniones y necesidades de los alumnos actuales y futuros, como las demandas del sector empleador. El decidido apoyo de las autoridades fue un factor de gran peso, para vencer las variables políticas propias de una institución educativa grande y con numerosas tradiciones laborales. El que la Universidad Autónoma de Chihuahua ofrezca, ahora, uno de los ocho programas de licenciatura en ciencias de la información del país, es realmente significativo para el sector educativo nacional, sin embargo, la tarea de transformación, repitiendo, apenas a iniciado. Ahora es importante, desarrollar programas específicos de las materias, mantener su vigencia, capacitar permanentemente a los profesores, prever cuadros docentes de reemplazo, allegarse la bibliografía y creación de laboratorios acordes a los nuevos contenidos, entre otros aspectos importantes. 

Referencias 

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[4] Simsek, Hasan & Karen Seashore Louis. (1994). Organizational Changes as Paradigm Shift: Analysis of the Change Process in a Large, Public University. Journal of Higher Education (Nov-Dec, 1994 v65, n6). 

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[10] Rodríguez Rodríguez, Rafael. (2002). Enfoques curriculares para el siglo XXI. Medellín, Colombia: Universidad Pedagógica Nacional. 

[11] Ídem. 

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[22] Idem 

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[33] Arzu, Ana R. Op. cit. p. 104. 

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Publicado el: 19/10/2019 / Leido: 4975 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0

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