Publicado el: 23/10/2012 / Leido: 9212 veces / Comentarios: 0 / Archivos Adjuntos: 0
F. Borja de Aguinagalde
Responsable de Patrimonio Documental
CIENCIA ARCHIVÍSTICA: LOS RETOS DE SU VIABILIDAD.
A pesar de una prolongada tradición milenaria como conjunto de técnicas instrumentales, la existencia de una Ciencia Archivística independiente no aparece como evidente.
Para que ello sea posible es necesario contar con una problemática propia, un conjunto de cuestiones o planteamientos teóricos que jalonen y sirvan como punto de referencia.
En unos años se puede hablar de eclosión. Se ha producido un desarrollo extensivo e intensivo, especialmente en el campo de la administración y la información, la archivística se integra paulatinamente en curriculums y planes de estudio y formación.
Esta vitalidad produce una dispersión y parcelación en corrientes múltiples. Falta acuerdo sobre el objeto, los métodos, la finalidad, la propia terminología... Por otro lado, la "mundialización" o universalización de las cuestiones teóricas, íntimamente vinculada a lo dicho, produce a su vez una difícil comunidad científica, al quedar la archivística parcelada en elementos cuya asimilación pretenden sectores de especialistas diferentes (documentalistas, administrativas, historiadores...)
La incertidumbre que se vislumbra puede estar motivada, o bien por una presumible juventud de la ciencia como tal, que no ha conseguido aún diseñar sus propias problemática y metodología, o bien por un particularismo del objeto estudiado habitualmente. Esta segunda parece ser la causa real. Porque, si bien es cierto que la archivística a duras penas se emancipa de otras ciencias tan antiguas como ella hasta hace unos años; ciencias que tienen autonomía propia desde el siglo XIX (la historia y el derecho administrativo, por poner unos ejemplos), es no menos cierto que el trabajo diario resiste, es casi antinómico, a la reflexión científica. Se da, además en ello una rémora del pasado de la que es difícil sustraerse.
Conviven en la actualidad representaciones diferentes del fenómeno archivístico que se corresponden a diversas concepciones de su estudio, que, a un tiempo, se suceden (en función de su contexto socio-político), se entrecruzan, se fecundan y se actualizan bajo formas diversas. Se produce la confluencia de una doble tradición:
1- Europeísta clásica: vinculada a la historia y al derecho, arrastrada por el desarrollo del Estado=nación liberal centralizado.
2- Norteamericana: vinculada a la "Organización" y la gestión, arrastrada por el desarrollo de la sociedad industrial pionera, la de EEUU.
En una evolución diacrónica podemos hablar de una archivística normativa y descriptiva, que se desarrolla desde el siglo XVIII hasta prácticamente 1950, y a la que seguirá un renacimiento de una archivística autónoma, cuya última fase de desarrollo se verá marcada por la aplicación de la ciencia de la Organización a los archivos.
Durante la primera semana de las fases señaladas (XVIII-1950), la archivística, como ha señalado B. DELMAS, es una ciencia aplicada a la buena administración, pragmática y descriptiva, y al servicio de la erudición historiográfica -cuya última expresión será la ya acuñada de los "Archivos Totales" al servicio de la Historia Total-. El renacimiento de la archivística se produce como fruto de la conjunción de distintos factores: el enorme desarrollo de la administración y su gestión, con el desarrollo del intervencionismo estatal.
El marco juridicista decimonónico dará paso a la eficacia, el Estado del Bienestar, etc. En segundo lugar, se ponen en evidencia los límites de la "historia" en vigor; la utilización de los archivos para una historia erudita cede su puesto a los archivos comprendidos como Patrimonio social y cultural. Y, en tercer lugar, el impacto de las técnicas y ciencias documentales, que aportan categorías, marcos conceptuales nuevos, más amplios y normalizados, además de instrumentos técnicos a punto (desde el microfilm a la mecanización).
Y, en último lugar, la aún reciente aplicación de la ciencia de la organización a los archivos. Considerada en un principio como una banalización de la archivística, como es natural se desarrollará en un país, EEUU, con débil tradición en la materia. Su impacto viene de la mano de la optimización de la gestión administrativa. La administración en bloque -y con ella la de Archivos- se ha convencido de la necesidad de ser eficaces, productivos... elementos impensables con este contenido hace veinte o treinta años en el ámbito europeo.
Nos encontramos, pues, ante una dispersión en corrientes de signo diverso. La archivística se relaciona con la historia, con la biblioteconomía, con las ciencias de la información, con las ciencias administrativas. Debemos huir tanto de la figura del archivero-historiador (con los riesgos de jerarquización que ello comporta) como de la del archivero-administrativo.
Pero no hay que olvidar que promover un determinado tipo de archivística implica una elección ideológica, de filosofía profesional. Nos toparemos en definitiva, con tres posibilidades de privilegiar otras tantas aproximaciones sectoriales: una administrativa, que privilegiará el que los archivos son producto de la administración; una histórica, que subrayará el valor de los archivos por su valor residual o secundario. Y una tercera armonizadora, que integrará ambas fases englobándolas, y que entiende que el archivero interviene en definitiva sobre una cadena documental continuada: no es admisible el desconocimiento ni de adónde irá el documento y qué usos se le podrán dar, ni de dónde procede el documento o los expedientes y para qué fueron producidos. Desde otro punto de vista se trataría de escoger nuestras alianzas eventuales entre los posibles círculos de relaciones: quienes crean los documentos (administradores), quienes tratan la información, o los usuarios (investigadores). Desde luego, de todos estos colectivos, nuestros "partenaires" naturales serán los otros profesionales del tratamiento de la información. Pero, sin embargo, una limitación de estas características, aunque clarificadora, tampoco parece definitiva.
II- HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CIENCIA ARCHIVÍSTICA.
I. La construcción de un campo de saber científico propio.
Poco a poco se asiste al proceso de construcción de un campo de saber científico propio y específico, basado en tres ejes de evolución:
A) El paso del objeto a la problemática
Progresivamente se plantea el rechazo de ceñir o limitar la archivística a estudiar únicamente los archivos. Una ciencia se construye en función de una problemática, de una serie de cuestiones planteadas a la realidad, según se planteará en el punto 2.
B) De las ciencias de los archivos a la ciencia archivística.
Los archivos se utilizan y se analizan desde diversos sectores, con objetivos y métodos diferentes. Compete a la archivística integrar razonadamente las aportaciones según sus propios intereses. Es preciso pasar de la multidisciplinariedad (historia, derecho, documentalismo...) a la síntesis interdisciplinar pluralista.
C) Del pragmatismo al conocimiento científico del fenómeno archivístico.
La archivística se plantea como ciencia social. Se sustenta en el rechazo al pragmatismo y a la tentación normativa. Es preciso tener presente que para una mayoría la archivística sirve únicamente en la medida en que es útil sólo para facilitar el acceso rápido a los documentos. Esto acarrea unas consecuencias nefastas, encierra a la archivística en un marco limitativo orientando la investigación en direcciones predeterminadas y propugnará una tendencia normativa encaminada a la formulación de principios de buena organización. Es básicamente no crítica y, por ende, no es realmente científica.
Admitido que los archivos son un elemento social entre otros, la ciencia que los estudia será una rama de la ciencia de los hechos sociales, cuyo perímetro será relativo y cuya metodología tomará prestadas de otras ciencias sociales sus cuadros conceptuales y esquemas explicativos.
2. La construcción de una problemática.
Las técnicas nacidas a la par que la archivística y sobre un universo teórico de referencia similar han adquirido, si bien recientemente, un estatuto científico propio. Han delimitado su problemática.
Una paleografía descriptiva y como tal estéril, ha dado paso a la historia de la escritura como vehículo de organización social, de cultura y de poder, de la mano de la escuela italiana. La puesta de relieve de la historia del notariado frente al estudio descriptivo de las cancillerías, o de los primeros pasos de la codicología cuantitativa, son algunos aspectos relevantes de estos desarrollos científicos nuevos.
La problemática sobre cuyo estudio se podría fijar la archivística estaría compuesta por los elementos siguientes:
1. el paso de la oralidad al uso de instrumentos de comunicación materiales, agrupables bajo el denominador común de escritura.
2. la evolución de las formas jurídicas y del sistema de fuentes del derecho, que se apoya en el uso de documentos.
3. el desarrollo de estructuras políticas centralizadas y la aparición del Estado y de la Administración como estructuras independientes y expansivas.
4. la alfabetización-apropiación de la escritura y sus derivados. La difusión y la dispersión de lo escrito bajo formas nuevas.
5. los sistemas de almacenaje y uso de documentos desde las tabletas de arcilla al almacenaje digital.
6. el uso de los testimonios escritos, desde la autodocumentación a la investigación. La evolución de pensamiento historiográfico y la filosofía de la ciencia.
La síntesis de estos y otros aspectos de una manera interdisciplinar permitirá construir paulatinamente una ciencia propia, que aprovechará los aportes de otras, a saber: la antropología y la paleografía; la historia del derecho y de la administración; la sociología del derecho, de la administración y del poder; la semiología y la crítica textual; las ciencias de la documentación y la información; la historiografía y la filosofía de las ciencias, etc. El reto será la elaboración de una síntesis propia.
Bergara, Noviembre de 1988.
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